Las ciudades en
la era de la información
¿Qué significa el
término la nueva economía? La nueva economía es la nuestra, es en la que
estamos ya. No es el futuro, no es California, no es América,... es la nueva
economía que se desarrolla de forma desigual y de forma contradictoria, pero
que se desarrolla en todas las áreas del mundo.
Es una economía que
está centrada en el conocimiento y en la información como bases de producción,
como bases de la productividad y bases de la competitividad, tanto para
empresas como para regiones, ciudades y países.
Fundamentalmente, estas
economías funcionan en torno a dos sistemas de globalización económica: la
globalización de los mercados financieros interconectados, en todas partes, por
medios electrónicos y, por otro lado, la organización a nivel planetario de la
producción de bienes y servicios y de la gestión de estos bienes y servicios.
Es una economía que
funciona en redes, en redes descentralizadas dentro de la empresa, en redes
entre empresas, y en redes entre las empresas y sus redes de pequeñas y medias
empresas subsidiarias. Es esta economía en red la que permite una
extraordinaria flexibilidad y adaptabilidad.
Es, por tanto, una economía
informacional, es una economía global y es una economía organizada en red, y
ninguno de esos factores puede funcionar sin el otro.
El papel de las
ciudades en nuestro tiempo
En primer lugar,
las ciudades son, empíricamente, los medios de innovación tecnológica y
empresarial más importantes. Lo realmente importante son las personas que
habitan estas ciudades.
El conocimiento
está en las personas. Fundamentalmente, hay tres elementos. El primero es la
educación. Pero la educación no es solamente el poner al niño en la escuela o
que haya buenas escuelas. La educación, en primer lugar, es que a partir de un
desarrollo del sistema educativo, sea una educación capaz de producir gente con
autonomía de pensamiento y con capacidad de autoprogramación y de adquisición
de conocimientos el resto de su vida. Un
segundo elemento: servicios públicos que funcionen. Michael Cohen señala que
por mucho internet que se desarrolle y mucha inversión que haya en las
ciudades, si luego los transportes no funcionan o hay inundaciones, internet no
resuelve estos problemas. Por consiguiente, la calidad de los servicios
públicos y, en concreto, de los servicios públicos municipales, es
absolutamente decisiva para que todo lo demás funcione. Y en tercer lugar, en
términos más amplios, no son los servicios públicos sino la calidad de vida, en
el sentido amplio. Hay una serie de investigaciones que muestran cómo la
calidad de vida hace dos cosas en los medios de innovación. Por un lado, atrae
gente a los medios de innovación, es decir aquellos medios de innovación que
ofrecen poca calidad de vida no son capaces de atraer, con respecto a otros, el
nuevo talento que es necesario. Y segundo, una vez que se está en un lugar, hay
que retener ese talento y, además, hacer posible que ese talento sea capaz de
aplicaciones tecnológicas y empresariales no totalmente destructivas y no
totalmente neuróticas, que tienen, en buen sentido, una relación directa con la
calidad de vida.
Otro elemento que
es fundamental, en este sentido, es la relación entre ciudad y universidad en
la nueva economía. Parece obvio que las universidades son un motor de
crecimiento económico, tecnológico y empresarial, pero también, son un factor
de creación de ciudad. Hoy día, la universidad no es un elemento más. Es un
elemento esencial de la dinamización del tejido urbano, a la vez que un
elemento esencial de la producción de mano de obra cualificada, de innovadores
y de personas con ideas nuevas.
En ese sentido, el
papel de las ciudades en la Era de la Información es ser medios productores de
innovación y de riqueza, pero es, aún más, ser medios capaces de integrar la
tecnología, la sociedad y la calidad de vida en un sistema interactivo, en un
sistema que produzca un círculo virtuoso de mejora, no solo de la economía y de
la tecnología, sino de la sociedad y de la cultura.

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