lunes, 16 de mayo de 2016

Texto III: La ciudad de la nueva economía. Manuel Castells

Las ciudades en la era de la información

¿Qué significa el término la nueva economía? La nueva economía es la nuestra, es en la que estamos ya. No es el futuro, no es California, no es América,... es la nueva economía que se desarrolla de forma desigual y de forma contradictoria, pero que se desarrolla en todas las áreas del mundo.

Es una economía que está centrada en el conocimiento y en la información como bases de producción, como bases de la productividad y bases de la competitividad, tanto para empresas como para regiones, ciudades y países.

Fundamentalmente, estas economías funcionan en torno a dos sistemas de globalización económica: la globalización de los mercados financieros interconectados, en todas partes, por medios electrónicos y, por otro lado, la organización a nivel planetario de la producción de bienes y servicios y de la gestión de estos bienes y servicios.

Es una economía que funciona en redes, en redes descentralizadas dentro de la empresa, en redes entre empresas, y en redes entre las empresas y sus redes de pequeñas y medias empresas subsidiarias. Es esta economía en red la que permite una extraordinaria flexibilidad y adaptabilidad. 

Es, por tanto, una economía informacional, es una economía global y es una economía organizada en red, y ninguno de esos factores puede funcionar sin el otro.




El papel de las ciudades en nuestro tiempo

En primer lugar, las ciudades son, empíricamente, los medios de innovación tecnológica y empresarial más importantes. Lo realmente importante son las personas que habitan estas ciudades.
El conocimiento está en las personas. Fundamentalmente, hay tres elementos. El primero es la educación. Pero la educación no es solamente el poner al niño en la escuela o que haya buenas escuelas. La educación, en primer lugar, es que a partir de un desarrollo del sistema educativo, sea una educación capaz de producir gente con autonomía de pensamiento y con capacidad de autoprogramación y de adquisición de conocimientos el resto de su vida.  Un segundo elemento: servicios públicos que funcionen. Michael Cohen señala que por mucho internet que se desarrolle y mucha inversión que haya en las ciudades, si luego los transportes no funcionan o hay inundaciones, internet no resuelve estos problemas. Por consiguiente, la calidad de los servicios públicos y, en concreto, de los servicios públicos municipales, es absolutamente decisiva para que todo lo demás funcione. Y en tercer lugar, en términos más amplios, no son los servicios públicos sino la calidad de vida, en el sentido amplio. Hay una serie de investigaciones que muestran cómo la calidad de vida hace dos cosas en los medios de innovación. Por un lado, atrae gente a los medios de innovación, es decir aquellos medios de innovación que ofrecen poca calidad de vida no son capaces de atraer, con respecto a otros, el nuevo talento que es necesario. Y segundo, una vez que se está en un lugar, hay que retener ese talento y, además, hacer posible que ese talento sea capaz de aplicaciones tecnológicas y empresariales no totalmente destructivas y no totalmente neuróticas, que tienen, en buen sentido, una relación directa con la calidad de vida.

Otro elemento que es fundamental, en este sentido, es la relación entre ciudad y universidad en la nueva economía. Parece obvio que las universidades son un motor de crecimiento económico, tecnológico y empresarial, pero también, son un factor de creación de ciudad. Hoy día, la universidad no es un elemento más. Es un elemento esencial de la dinamización del tejido urbano, a la vez que un elemento esencial de la producción de mano de obra cualificada, de innovadores y de personas con ideas nuevas.


En ese sentido, el papel de las ciudades en la Era de la Información es ser medios productores de innovación y de riqueza, pero es, aún más, ser medios capaces de integrar la tecnología, la sociedad y la calidad de vida en un sistema interactivo, en un sistema que produzca un círculo virtuoso de mejora, no solo de la economía y de la tecnología, sino de la sociedad y de la cultura.

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