domingo, 29 de mayo de 2016

Texto IV: Las ciencias de la comunicación en la “Sociedad de la Información”.

El uso de expresiones como “sociedad de la información” –en su día “sociedad de masas” o “sociedad industrial”– presentan el inconveniente de facilitar el equívoco de que la sociedad moderna es una sociedad homogénea, cuando de lo que realmente se trata es de un conjunto de sociedades diversas, con múltiples diferencias y desequilibrios, especialmente en sus sistemas de información.

Las nuevas tendencias de la historia de la comunicación nos señalan que los cambios en la comunicación nunca han sido “solo cambios en la comunicación” sino que estos cambios siempre han afectado a las formas culturales, es decir, a las formas de relacionarse, de vivir, de aprender y de trabajar. Es en este sentido que afirmamos que todas las sociedades a lo largo de la historia han sido “sociedades de la comunicación”.

La comunicación, sus estrategias, aparecen allí donde anteriormente operaban otros factores económicos y tecnológicos, como la energía, la fuerza de trabajo, las materias primas. Lo que cambia no es solo el sistema de comunicaciones y sus lógicas internas, por ejemplo las nuevas formas de concentración multimedia, sino que lo que cambia, más en profundidad, es el papel de la comunicación en las lógicas internas de desarrollo de nuestros sistemas sociales.

Las ciencias de la comunicación deben aprovechar ahora la experiencia de más de cuarenta años de estudios culturales e interpretar los nuevos fenómenos como prácticas culturales complejas. En este contexto las relaciones entre antropología cultural y ciencias de la comunicación parecen más necesarias y fructíferas que nunca.

Los factores que determinan los cambios en la comunicación superan ya ampliamente los límites políticos y culturales tradicionales de las instituciones de comunicación social. Las instituciones de comunicación no dejan de perder autonomía, la lógica de su evolución no deja de desplazarse hacia otros importantes sectores de la sociedad. La información, su producción y su intercambio, deja de ser objeto de interés preferentemente cultural e ideológico, para convertirse cada vez más en un valor estratégico para el conjunto de la sociedad y, muy especialmente, para sus economías.

Nuestro sistema de comunicaciones se caracteriza ahora porque un número creciente de canales de televisión ofrece los mismos programas, producidos por un número decreciente de productoras. A esta etapa de pluralismo en la difusión y de concentración en la producción, tal vez le siga una etapa de aún mayor concentración, en la que desaparezca el actual pluralismo en la difusión, como consecuencia de las grandes fusiones que se están realizando entre empresas productoras de contenidos y empresas encargadas de su transmisión (telecomunicaciones).





Los objetos permanentes de la teoría de la comunicación

El cúmulo de problemas teóricos, de los “mass media” o de los “self media” en una sociedad en transformación no podrá afrontarse desde la autosuficiencia de una “comunicología” que confunda la actual demanda social de conocimientos sobre comunicación con la autosuficiencia científica. Sociología, antropología, semiótica, psicología, ciencia política, economía, etc. siguen siendo instrumentos indispensables para una teoría de la comunicación que pueda responder a la complejidad de su propio objeto de estudio.

El conocimiento constituye una parte fundamental de las estrategias en la sociedad de la información, también debe serlo para la apropiación de las tecnologías de la información en beneficio de las iniciativas democráticas y populares.


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